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La implementación del Marco curricular pasa por la integración a la planificación didáctica, pero no solo por ella.

Su implementación adquiere un carácter más integral y transversal.

Requiere ciertos criterios generales:

  • la potenciación y el cuidado de los espacios institucionales,
  • la calidad del espacio-ambiente,
  • la importancia del juego como derecho de todos los niños y vehículo para el aprendizaje,
  • el lugar y organización del tiempo en sus diferentes modalidades...

Seguir estos criterios es responsabilidad de los adultos que llevan adelante la atención y educación de los más pequeños.

Cuando una propuesta curricular arriba al escenario educativo, sus protagonistas, especialmente los educadores, transitamos por una serie de momentos:

  • conocimiento,
  • adaptación
  • y rediseño.

El conocimiento

es el primer contacto que tenemos con la nueva propuesta:

  • conocer sus orígenes,
  • su forma de organización,
  • los pilares teóricos en los que se apoya, etc.

En esta etapa se suele concurrir a diferentes instancias de presentación de la propuesta.

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La adaptación

Es pensar las posibilidades que la propuesta tiene de ser adaptada:

  • a mi práctica,
  • a los intereses de mis alumnos,
  • a los institucionales,
  • al nivel etario...

Durante este momento será indispensable el diálogo entre docentes, directivos y autoridades educativas. Este diálogo permitirá una mejor adaptación de la nueva propuesta.

El rediseño

Es implementar la nueva propuesta curricular. en mis modelos de planificación. Esto exigirá un rediseño de las propuestas.

No implica sustituir las formas en las que venimos trabajando, sino lcomplementarlas.

Debemos verlo como una oportunidad de ampliar nuestras propuestas desde la perspectiva y orientaciones que la nueva propuesta curricular propone.

Orientaciones del Marco Curricular

El Marco curricular cuenta con algunas orientaciones para organizar y planificar nuestras propuestas didácticas.

Estas orientaciones se organizan en torno a:

  • los escenarios de atención,
  • los espacios de atención y educación,
  • el juego,
  • el tiempo
  • y la vida institucional. 

Los espacios

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“Un “espacio habitado” es una construcción colectiva que se modifica por la acción permanente de las personas.

Para que los niños y niñas se sientan “habitantes” de un espacio, apropiándose personalmente del lugar, es necesario que le encuentren significado a partir de sus vivencias.” (Marco curricular, 2014:38).

De esta manera el espacio habitado es construido más allá de lo físico:  también desde el espacio humano, desde la interrelación afectiva y la disposición corporal entre los actores que conforman la institución.

Para ello será fundamental la transmisión que los adultos y educadores producen hacia los más pequeños a través de sus acciones, palabras y gestos, los cuales deben potenciar en todo momento las habilidades de los pequeños, ponderando sus capacidades y alentando en aquellas situaciones que requieran de un mayor esfuerzo para el alcance de los logros, favoreciendo en todo momento su proactividad.

En la órbita de estos aspectos mencionados aparece un elemento fundamental: el rol de quienes eligen dedicarse a la atención y educación de quienes atraviesan la primera infancia.

Es sabido que los niños, sobre todo en edades más tempranas captan las actitudes, las formas de actuar y las pautas de conducta establecidas, como modelos a imitar. Es indispensable poner en reflexión aquellas actitudes que como adultos desarrollamos en la relación con niños y niñas. Apostamos a un vínculo de sostén, de confianza, de espacio para la escucha, la observación atenta, la mirada sostenida ante la expresividad y la comunicación que nos hacen llegar los más pequeños. Es necesario apoyar toda propuesta educativa sobre la base de vínculos significativos, que solo lo podrán generar aquellos adultos que estén dispuestos a:

  • Ser capaz de promover el conocimiento a través de la estimulación de los sentidos.
  • Estar dispuestos a la atención de requerimientos de alimentación, higiene y descanso.
  • Ser un mediador entre el niño y el entorno.
  • Contener desde la mirada, la caricia, las acciones y los gestos.
  • Reconocer al niño como sujeto con deseos e intereses propios.
  • Ser un referente estable, sensible y disponible física y emocionalmente.
  • Estar en condiciones de cuidar, educar y proteger.
El rol de maestros, educadores, técnicos trabajando conjuntamente es fundamental para el desarrollo efectivo de una práctica educativa en la primera infancia. En este sentido, el Marco curricular nos desafía a que el equipo docente sea un equipo que se conforme desde la seguridad y la confianza, dando cuenta de ser un auténtico equipo humano, capaz de:
  • Establecer límites basados en el vínculo afectivo, de respeto y confianza.
  • Desarrollar una observación atenta y una escucha activa.
  • Favorecer la curiosidad, las preguntas, las iniciativas a través de desafíos pertinentes.
  • Observar las diferentes manifestaciones expresivas de los niños.
  • Desarrollar experiencias de aprendizaje atractivas.
  • Estar disponible para satisfacer las necesidades de los niños.
  • Conocer y acompañar de forma pertinente los procesos de simbolización y representación.

Comunidad y familias:

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La atención y educación de los más pequeños no compete solo a la institución escolar, en dicho proceso también deben formar parte otras personas, instituciones, organizaciones y todos aquellos espacios que formen parte del entorno cercano a los niños.

Todos ellos conforman la comunidad educativa que podrá contribuir y favorecer en el desarrollo de los aprendizajes de niños y niñas.

En esa comunidad hay quienes tienen un rol protagónico: las familias, quienes deben participar, acompañar y ser convocadas activamente en los procesos de enseñanza y aprendizaje de sus hijos. Para que ello ocurra será fundamental establecer un diálogo de apertura, de encuentro, de escucha, de claras comunicaciones y comprensión entre la institución educativa, sus educadores y las familias.

“Las funciones y competencias de cada una de las partes deben estar definidas de manera de no confundir los roles, sumar esfuerzos y complementarse. De esta forma será posible avanzar en la planificación y concreción de proyectos compartidos.” (Marco curricular, 2014:43).

Las familias son una fuente de información sumamente valiosa en la generación de aportes para la propuesta educativa de la institución en general, y de la práctica de aula en particular.

Conocer e interesarse por las formas de socialización familiar, los estilos y prácticas de crianza, es elemental para la construcción de canales abiertos de comunicación entre ambas partes, con el propósito de construir conjuntamente en pro de los niños.

Los espacios de atención y educación:

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Quienes hemos estado involucrados directamente en la educación de los más pequeños, sabemos que los aprendizajes se construyen desde la actividad, el movimiento y desplazamiento en el espacio-ambiente del que el niño forme parte.

Por ello es muy importante que los espacios sean de calidad, cuidados, organizados y funcionales, capaz de enriquecer a la vez que desafiar los logros a alcanzar por los niños.

Para favorecer el desarrollo integral de niños y niñas, los adultos responsables deberán estar atentos a todos aquellos aspectos físicos y estéticos que hacen a la organización y planificación de los espacios donde las prácticas educativas tienen lugar. El niño en su cotidianeidad está en contacto permanente e interacción con espacios diferentes. El Marco curricular distingue entre espacios interiores y exteriores, pudiendo ser transitorios o permanentes:

ESPACIOS INTERIORES:

“El espacio interior debe concebirse como un ambiente dinámico que se renueva a lo largo del tiempo y también durante la jornada, cambiando de disposición el mobiliario y los materiales”.
  • La policlínica
  • Bibliotecas
  • Comercios
  • Museos
  • Centros culturales
  • Clubes deportivos

ESPACIOS EXTERIORES:

"El espacio exterior, utilizado generalmente en algunos momentos del día, puede ser resignificado con una visión amplia para realizar actividades tales como merendar, descanasar, escuchar cuentos, etc."

  • Permanentes: calles, veredas, ferias, espacios al aire libre.
  • Transitorios: parques, huertas, granjas, playa.

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El juego:

Como necesidad vital en la vida de todo niño, es también el mecanismo propicio para la adquisición de aprendizajes, por lo que es fundamental que los adultos responsables conozcan la importancia y valor del juego. En este sentido, además de tener conocimiento acerca del juego y su potencial, también es necesario que el adulto esté dispuesto a jugar, que sea sensible a compartir con los pequeños diferentes instancias de juego.

El juego debiera ser promovido a lo largo de toda la infancia del niño, pero lamentablemente en muchas ocasiones se lo subestima y omite de las propuestas educativas, perdiendo no solo los espacios de juego sino también grandes oportunidades de aprendizaje en interacción con otros. Sin dudas, el juego favorece el desarrollo intelectual, emocional, del lenguaje, creativo, social y motor, entre otros aspectos.

Es posible identificar diferentes tipos de juegos, sabiendo que cada uno de ellos deberá adaptarse a la edad de los niños a los que estemos atendiendo y se ajustará a las necesidades que el juego requiera, en cuanto al uso de materiales y espacio. El Marco curricular señala algunos tipos de juegos que es posible integrar a nuestras propuestas:

1- Juegos tradicionales: rondas, juegos cantados, rítmicos con palmas y otros elementos. Rescatar, recuperar y transmitir estos juegos que forman parte de la cultura de pertenencia.

2- Juegos de exploración, construcción, motores y psicomotores: explorar el entorno favoreciendo el desarrollo motriz, estableciendo relaciones lógicas en interacción con su entorno. Exploración de diversos materiales y objetos.

3- Juego imitativo: es espontáneo, relacionado con situaciones cotidianas de la vida del niño. Permite actuar, dramatizar, comunicar. Recrear escenarios familiares.

4- Juegos operativos: generación de acuerdos para obtener logros comunes. Favorece la aceptación y el reconocimiento de las habilidades que cada niño posee.

5- Juego simbólico: recreación del mundo que conocen. Construcción de escenarios para la dramatización, interpretación de roles. Desarrollo de la creatividad y expresión de emociones.

El tiempo:

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Las tareas cotidianas que forman parte de la atención y educación en la primera infancia se suelen organizar en determinados periodos de tiempo, que dependerán del tipo de acción, sus características y recursos que requieran.

Así, se llevan adelante diferentes actividades que pueden ser denominadas como rutinas y rituales, sin olvidar la intencionalidad pedagógica de las mismas. Las formas en que el tiempo se organiza, es percibida desde muy pronto por los pequeños, quienes interiorizan rápidamente las rutinas. Tiempos que es necesario organizar y planificar, de manera de obtener la mejor calidad de los mismos, para un mejor desarrollo de los aprendizajes.

1- Tiempo a largo plazo

  • Propuestas planificadas a lo largo del año o con lapsos de algunos meses.
  • Periodo de iniciación.
  • Periodo de cierre.
  • Deben ser propuestas flexibles, re-planificables.
  • Abierta a emergentes.

2- Tiempo a mediano plazo

  • Propuestas planificadas para periodos de tiempo intermedios: semestrales, trimestrales, etc.
  • Incluyen objetivos, actividades, recursos, evaluación parcial.

3- Tiempo a corto plazo

  • Propuestas planificadas para periodos semanal y diario.
  • Implican periodos regulares como pueden ser la entrada y la salida, la higiene, la alimentación, el descanso y periodos variables dependientes de las propuestas de aprendizaje planificadas.

La vida institucional:

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En la sociedad contemporánea, los niños ingresan a las instituciones educativas cada vez a edades más tempranas, por lo que es fundamental desarrollar una propuesta que siendo la primera fuera del contexto familiar, tienda a favorecer los derechos de los niños.

Será fundamental que la vida en las instituciones educativas de atención a la primera infancia se enmarquen en un proyecto de centro que favorezca el desarrollo de aprendizajes pertinentes, de forma progresiva, que apueste a la interrelación de saberes, de interacciones y experiencias intersubjetivas.

“Las experiencias de aprendizaje organizadas desde los primeros meses de vida a los seis años de edad deben ser significativas y relevantes. Son significativas cuando se vinculan con sus experiencias e intereses, se relacionan con su realidad y se les presentan concretas, vivenciales, exentas de artificialidad, pertinentes a su cultura y graduadas según su etapa de desarrollo.” (Marco curricular, 2014: 63)

La vida en las instituciones educativas deben poner al niño como protagonista activo de sus aprendizajes, permitiendo el desplazamiento en libertad, entendiendo que ningún niño en edad temprana puede aprender sentado en una silla por horas. Debemos en esta etapa otorgar al cuerpo el valor que merece, como objeto primero de exploración y conocimiento del entorno. Para ello el optar por una metodología lúdica y constructiva podrá favorecer los pilares a los que apostamos, siempre en relación con la comunidad, que tanto tiene para ofrecernos.

Pensar propuestas institucionales inclusivas, que favorezcan la diversidad, entendiendo que cada niño posee características personales que hacen a su singularidad y personalidad. En este sentido es fundamental que los adultos responsables respeten los tiempos de cada uno y valoren los logros individuales. Será importante entonces presentar propuestas diversificadas, individuales, adaptadas, abiertas que sean capaces de ser pensadas en función de las necesidades y posibilidades de cada niño.

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