Porque leer también implica descubrir, imaginar, comprender, interpretar y disfrutar…

El desarrollo de la competencia lectora no se limita al desarrollo de habilidades y conocimientos, sino que también incluye la motivación, la actitud y el comportamiento. Las investigaciones actuales reconocen que estos elementos son factores clave relacionados con el rendimiento en lectura. (PISA, 2011:60).

Cuando un niño comienza a transitar por las primeras experiencias de comprensión lectora, no solo estarán en juego aspectos vinculados a la vocalización, la integración de un repertorio de signos, sílabas, palabras y frases sino que también tienen lugar aspectos referidos a la comprensión, la interpretación, la motivación, la autoestima, la imaginación, el descubrimiento, la perseverancia y el disfrute. Es decir, que para adquirir la lectura el niño deberá disponer de habilidades no solo cognitivas sino también no cognitivas o sociales, o también llamadas competencias emocionales. En este sentido, buscamos a partir del encuentro con los siguientes capítulos una invitación a los docentes a pensar la articulación entre lo cognitivo y lo no cognitivo en la etapa de estimulación a la lectura.

En el último tiempo se han venido desarrollando importantes investigaciones y estudios que profundizan en la importancia de atender a las habilidades no cognitivas o sociales como esenciales para la adquisición de los aprendizajes. En el caso de la lectura, como educadores y docentes abocados a la primera infancia no solemos descuidar aquellos aspectos del comportamiento que tienen que ver con lo relacional, la comunicación, el diálogo entre pares, la empatía, la comprensión, aspectos imprescindibles para la buena convivencia. Aquí el desafío es pensar estos aspectos en relación a propuestas de estimulación e iniciación a la lectura en edades tempranas. Creemos que aquellos niños con los que se trabaja en el desarrollo de habilidades sociales podrán tener a la hora de comenzar a adquirir la lectura, una mayor predisposición para el análisis, la síntesis, la interpretación y la comprensión de los textos.

Cuando estamos estimulando o acercando a los pequeños a dar sus primeros pasos en la comprensión lectora, invitándolos a ello, estamos fomentando y desarrollando estrategias de enseñanza y aprendizaje que van más allá de una serie de habilidades fonéticas, dado que leer implica un proceso de interacción entre el texto y el lector, donde la experiencia y las habilidades sociales con las que el lector cuente serán fundamentales para el logro de una interacción más exitosa. En este sentido es que creemos que el desarrollo de las habilidades no cognitivas o sociales influyen directamente en el desempeño académico de nuestro alumnos, habilidades que constantemente están en interacción con las llamadas cognitivas. Es importante poner de manifiesto el lugar de lo no cognitivo o emocional en la enseñanza, sobre todo en los primeros tramos, pues es en la primera infancia cuando se generan las bases para el futuro, la caja de reservas podríamos decir. Así, si el pequeño se siente motivado, forma parte de un grupo en el que se promueve el diálogo, la empatía, la participación, éstos entornos de aprendizajes enriquecidos emocionalmente serán cruciales para el futuro desarrollo de personas y jóvenes con mayor bienestar y progreso social.

Solemos reconocer la existencia de las habilidades no cognitivas, incluso trabajamos en propuestas de enseñanza que tienen por objetivo el desarrollarlas y fomentarlas, sabemos de la relación e interacción entre lo cognitivo y lo no cognitivo en la adquisición de los aprendizajes de nuestros alumnos, por lo que es necesario comenzar a profundizar como educadores en tales aspectos, sobre todo en el diseño de estrategias que tiendan a fortalecer y también a evaluar el lugar de lo no cognitivo en la educación. He aquí el desafío...