En los tiempos que corren podemos apreciar que las ganas de dibujar en los niños están retrocediendo a la par de la presencia permanente de las TIC: para los niños es más cómodo mirar algo que ya está hecho en la compu que ponerse a dibujar.

Los dibujos, además de incentivar la imaginación y la relajación, nos transmiten sucesos de la vida de quien los hace y si los usáramos con frecuencia en los niños podríamos detectar problemas que subyacen en el aula.

Todo pasa por la práctica y la periodicidad. Si en la clase proponemos el dibujo como tarea semanal, observaremos cambios de conducta en los niños, además de promover una forma de arte y de expresión que va cayendo en desuso.

Los niños al no dibujar con asiduidad tienen la habilidad menos desarrollada, y si logran hacer un dibujo, no lo quieren pintar. ¿Por qué? Porque perdieron el hábito de hacerlo.

Entonces, ¡pongamos manos a la obra y… a dibujar!

Algunas pautas para el análisis y la interpretación de los dibujos

El dibujo representa en parte la mente consciente, pero también, y de una manera más importante, hace referencia al inconsciente.

Lo que nos interesa es el simbolismo y los mensajes que el dibujo nos transmite, no su perfección estética. No se trata de una clase de dibujo, sino de que el niño exprese en una hoja de papel una consigna, por ejemplo: dibujar a la familia.

En este tipo de dibujo o “test” el niño plasmará sin darse cuenta su situación actual, lo que le molesta, lo que le gusta y lo que es más importante: el relacionamiento con los otros.

Sin darse cuenta el niño traslada su estado anímico al papel. Por ello no es conveniente obligarlo a dibujar si él no quiere, pero a veces podemos persuadirlo con un premio para que adquiera el hábito de hacerlo.

Debe dibujar por placer, nunca por obligación.

Es recomendable dejar que su imaginación se manifieste con toda libertad. En algunos niños el deseo de expresión se canaliza a partir de un cuento que leyó la maestra, de un paseo a una granja o al camping con la escuela.

Si hay algo a lo que debemos estar alerta, es al dibujo con trampa: algunas veces el niño dibuja un tema en un lado del papel mientras en el otro coloca a un personaje, un objeto o cualquier otra cosa. Esto significa que está arrinconando aquello que se encuentra en el reverso de la hoja. Por ejemplo, el niño que dibuja a su familia omitiendo a su hermana pequeña o a su padre y los pone en la otra cara del papel, indicará que para el niño existe algún problema con esa persona que quiere ocultar. Aleja a dicho personaje de su entorno.

Otro elemento de rechazo es que a algún personaje lo tache o que de alguna manera se pueda ver a simple vista que le costó trabajo hacer el dibujo porque borró muchas veces o remarcó una y otra vez al personaje con el que mantiene un conflicto.

Pero para llevar a cabo una evaluación detallada, lo mejor es hacerse de varios dibujos del niño realizados durante un cierto tiempo.

Por lo general un solo dibujo no es suficiente para evaluar, pero si examinamos varios trabajos más y conocemos al niño podremos estar seguros de la pertinencia de nuestro análisis final, por lo que es muy importante no sacar conclusiones precipitadas.

Los dibujos nos permiten conocer datos sobre el temperamento, el carácter, la personalidad y las necesidades del niño. Nos ayudan a descubrir y a reconocer las diferentes etapas por las que atraviesan.

Cómo evoluciona el dibujo del niño

Hasta los dos años:

Les gusta garabatear, hacen rayas de todo tipo, su motricidad es torpe y gruesa pero le gustan las hojas grandes. Aunque el niño en esta edad dibuje solo garabatos igual se puede hacer el análisis. Por ejemplo, puede evaluar el tipo de trazo, la elección del color, la elección del papel, la orientación espacial

De dos a tres años:

Al niño le gustan otras herramientas diferentes a los crayones como los marcadores, las acuarelas, las témperas, ensuciarse los dedos con dáctilopinturas. Con la práctica su coordinación se va desarrollando y pronto llegará a agarrar en su mano con firmeza los lápices que esté utilizando. No se debe dar al niño modelos para copiar debido a que él debe desarrollar sus propios dibujos. Si le damos un modelo a copiar es obvio que no le saldrá igual y puede ser motivo de frustración y enojo y no querrá volver a dibujar.

De cuatro a cinco años:

Le gustan los colores brillantes y las fibras con glitter o brillantina. Elige los colores en función de la realidad (un árbol marrón con hojas verdes, por ejemplo).

Es necesario insistir en que el niño siga dibujando en las distintas etapas de su vida porque es probable que cuando comience a escribir pierda el interés en dibujar. Su capacidad imaginativa es muy fuerte, por lo que los cuentos de hadas captan mucho más su atención y los cuentos sin láminas son ideales para que su imaginación se despliegue y pueda plasmar en el dibujo lo que imaginó durante la lectura.

Evaluar los dibujos

Para realizar una evaluación más detallada es ideal brindar a los niños una variedad de hojas de diferente tamaño y grosor. Si utilizamos lápices, hay que prever que estos tengan diferentes puntas (fina, gruesa, mediana), además de proponer otros materiales como fibras, crayolas, o témperas.

Ellos deben elegir qué materiales usar y cuando comience la tarea de dibujar debemos observarlos y hacer algunas anotaciones si corresponde cuando: cantan o tararean (signo de felicidad), si arrojan el dibujo a la papelera (signo de enojo), si piden más de una hoja porque “no les sale” (signo de ansiedad), si se arrepienten en medio del acto (signo de que algo no está bien en su vida).

El lápiz

Si escoge un lápiz de punta fina, es señal de que el niño prefiere el confort, el lujo, que busca la compañía de personas distinguidas e importantes.

Si el niño elige un lápiz con punta mediana, es un síntoma de que es un niño adaptable a las circunstancias y es flexible.

La elección de un lápiz con la punta más gruesa puede significar que el niño busca tener el control en situaciones de juego, le gusta ser líder en su clase o en su equipo de trabajo. No es un niño influenciable pero sí puede influir en sus compañeros.

El niño que al crecer sigue prefiriendo las pinturas que requieren más elaboración como las témperas o las acuarelas muchas veces tiene una veta artística y le gusta lo que hace. Este niño deja fluir sus manos libremente y a veces él mismo se sorprende de sus resultados.

El papel

Si la hoja del papel es pequeña podemos estar ante un niño introvertido con baja autoestima.

Si la hoja del papel es mediana nos mostrará a un niño que se adapta al entorno y que es flexible y sabe respetar a los demás.

Si el papel elegido es grande estaremos ante un niño que disfruta de sus amigos, le gusta estar en compañía de otros y tiene una alta autoestima. Pero deberemos tener en cuenta otros elementos porque podemos estar ante un niño egocéntrico con aires de superioridad.

Si el espesor de la hoja elegida es de gramaje alto (grueso), tal vez al niño le gusta el confort y si la hoja es fina puede significar que el niño es perezoso y le cuesta hacer sus actividades.

El lado de la hoja importa

Hay niños que al dibujar eligen inconscientemente un lado de la hoja para plasmar su dibuj. Podemos encontrarnos con cinco situaciones:

  • Si el dibujo está centrado puede implicar que la vida del niño transcurre con normalidad, es perceptivo y está atento y abierto a los cambios que se puedan producir a su alrededor.
  • Los niños que dibujan sobre la parte inferior de la hoja y dejan casi toda la hoja libre, nos muestra un niño con necesidades físicas y emocionales, es decir, con falta de atención y de cariño en su entorno.
  • Si por el contrario,el niño dibuja en la parte superior de la hoja y deja gran parte de la hoja (centro e inferior) en blanco, podemos estar ante un niño con mucha imaginación, curioso y con un gran deseo de vivir cosas nuevas y alegres.
  • El lado izquierdo de la hoja muchas veces representa el pasado, por lo que un dibujo realizado solo en este lado puede significar que hubo un evento en su vida que lo marcó o lo detuvo en su accionar. Algo en el pasado lo afectó tanto que su vida se estacionó allí y habrá que ayudarlo a salir.
  • Por el contrario el lado derecho de la hoja representa el futuro. Si el niño dibuja sobre este sector podría significar que está ansioso por algo que sabe que va a suceder y espera el suceso con alegría. Es un niño que está pendiente y expectante de lo que sucederá en el futuro.

El tamaño del dibujo

Cuando el niño hace dibujos grandes puede tener una doble lectura. Por un lado se puede leer que el niño tiene seguridad, que está bien en su entorno. Esto dependerá de si siempre han sido así sus dibujos. Por eso recordemos que no debemos apresurarnos a hacer evaluaciones y que solo estaremos en condiciones de hacerlas cuando tengamos varios elementos para analizar durante un periodo de tiempo de algunos meses. Por el contrario si solo es un dibujo o unos pocos donde se expresa de esta forma con dibujos grandes, puede estar pidiendo nuestra atención, como si expresara “¡Estoy acá, mírenme!”.

Si los dibujos del niño son muy pequeños puede significar que el niño se conforma con poco. Son generalmente tranquilos y al hablar con ellos se puede observar que tienen sueños que desean cumplir, a veces son coleccionistas de objetos. Son niños que disfrutan de estar solos porque explotan su imaginación con sus juguetes. Si se rodean de otros niños, estos suelen ser menores que él porque les gusta cuidar de ellos y a veces sorprenden con sus reflexiones.

También debemos estar atentos porque si el dibujo es de dimensiones muy reducidas, al punto que debemos acercar la hoja para apreciar lo que dibujó, puede tratarse de un niño que posee baja autoestima y tiene carencias afectivas en su entorno.

Otra consideración a tener en cuenta es observar si el niño luego que terminó su dibujo tiene la tendencia de llenar la hoja con formas que no tienen nada que ver con lo que dibujó. Si por ejemplo hace “caritas”, “espirales”, “símbolos” u otros con el afán de rellenar el espacio vacío en el cielo, en el pasto, etcétera, podremos estar ante un niño inmaduro que tiene el afán de saturar el espacio o cuya vida está abarrotada de cosas y necesita exponerlas.

Otros elementos

La presión con la que el niño hace sus trazos también es importante. Si es muy alta denotará un niño agresivo o que está transitando un momento familiar que lo altera al punto de que en ocasiones puede perforar o rasgar la hoja con sus trazos.

Si la presión es normal apunta hacia que el niño vive en un ambiente agradable donde reina la armonía. Indica además entusiasmo, alegría de vivir y conformidad con lo que hace.

Si la presión es demasiado débil habrá que descartar primero que el niño no esté agotado porque de lo contrario podemos estar ante un niño que tiene una vida superficial que no le conforma, denota tristeza y falta de convicción con lo que hace. Puede tratarse de un niño con muy baja autoestima.

Conclusiones

Debemos introducir el hábito del dibujo en los niños para contar con esta herramienta de evaluación cuando la situación lo amerite.

La interpretación de dibujos es una herramienta fundamental para utilizar en el aula cuando detectamos problemas de conducta en los niños.

Aunque el niño aún no sepa dibujar, los garabatos también nos dicen cosas.

Tanto los dibujos como los garabatos nos informan claramente de la situación que está viviendo el niño. El inconsciente se expresa a través de ellos y su análisis ayuda a saber más sobre la vida que está teniendo.

El análisis de los dibujos nos expone, si sabemos interpretarlos, las causas de los conflictos, y con este conocimiento tendremos oportunidad de acercarnos a ellos para ayudarlos.

No debemos sacar conclusiones apresuradas de un solo dibujo. Debemos tener varios elementos para analizarlos y para llegar a una conclusión que confirme nuestras sospechas.

Bibliografía

Widiócher, D. (1982). Los dibujos de los niños. Bases para una interpretación psicológica. Edit. Herder, Barcelona.