Todos somos capaces de involucrarnos con los desafíos que la didáctica de la matemática presenta. La escuela debe permitir la construcción de los nuevos saberes así como la ampliación de los ya existentes.

Carmen Gómez Granell en “La adquisición del lenguaje Matemático: símbolo y significado” sostiene: “aprender matemática significa aprender a mirar la realidad matemáticamente, entrar en la lógica del pensamiento y del lenguaje matemático, usando las formas y los significados que le son propios. Ese sería el verdadero sentido de la alfabetización matemática.”

El docente debe apuntar a trabajar y desarrollar en los alumnos:

-Los conceptos curriculares.

-Las competencias para movilizar estrategias que promuevan las respuestas y la formulación de nuevas preguntas.

-Las actitudes de interés por aprender y la autoevaluación para ir viendo sus propios avances.

Como docentes debemos buscar distintos caminos para que a todos los alumnos les resulte placentero y motivador aprender matemática. El proceso de aprendizaje es el propio descubrimiento y no la repetición memorística de operaciones, números, propiedades, etc.

Para atraerlos y motivarlos debemos pensar modos y propuestas que faciliten su proceso de aprendizaje. Por lo tanto debemos partir de la realidad concreta, promoviendo planteos organizados, variando los modos y procesos de modo que el alumno pueda valerse de las distintas estrategias que va incorporando.

Las verdaderas transformaciones comienzan en el aula y parten de los docentes como generadores de experiencias y conocimientos, por lo cual es importante reflexionar sobre nuestros saberes y la forma de aprender de los alumnos. Es una interacción entre docente y alumno, en el que comparten un espacio donde los conocimientos se construyen poco a poco a partir de los conocimientos previos.

¿Somos capaces de formar sujetos reflexivos, creativos y autocríticos en la búsqueda de soluciones y nuevos aprendizajes?