La secuencia metodológica que se propone es un modelo para desarmar de manera que los maestros pueden ampliar, reducir, cambiar y en suma, enriquecer la propuesta con su intervención didáctica.
Primer paso: La conceptuación
El punto de partida impone la necesidad de que el maestro tenga bien claro la naturaleza de un taller literario: qué es, cuál será su finalidad, qué tipo y modalidad adoptará, cómo se inserta en la planificación en Área de Conocimiento de Lengua y en el Área de Conocimiento Artístico.
En esta primera etapa debe revisar y ampliar sus conocimientos acerca del desarrollo de la lengua oral y escrita, de la función poética de la lengua, de las características de los niños con los cuales va a trabajar, del tipo de objetos literarios pertinentes para cada caso
Segundo paso: El plan de trabajo
La elaboración del mapa permite seguir un itinerario previsto con anticipación. Si el maestro que aspira a la creación de un taller literario es capaz de formalizar la orientación y el alcance de su proyecto, se puede afirmar que existe un amplio margen de garantía de éxito en su empresa. Con ese sentido deben preverse algunas cuestiones importantes:
a) La identidad. El maestro puede prever el inicio de las actividades del taller involucrando a los niños en la búsqueda de un nombre que lo identifique: una palabra, una frase, un escritor de trascendencia universal.
b) Planificación. El plan del docente debe identificar la intencionalidad de enseñanza en cada actividad de taller.
c) Los espacios y tiempos. Las opciones de realización del taller pueden incluir todos los espacios posibles y disponibles: un rincón de la escuela, el salón multiuso o sea un ámbito diferente al aula de manera que “el día de taller” cree expectativas en los niños. También establecer una periodicidad que se ajuste a las actividades de la escuela.
d) El acervo literario. La selección de las obras literarias básicas para el desarrollo de las sesiones de taller debe ocupar una atención particular. Lo recomendable es un acervo de base que podrá enriquecerse sobre la marcha del taller.
e) El ciclo de duración. El interés de los alumnos será invariablemente el indicador más importante para establecer el punto de culminación de un proyecto de taller, sin embargo es conveniente fijar con antelación la extensión del mismo.
Tercer paso: La realización
Las posibilidades de intervención pedagógica en la realización de un taller literario son infinitas. El papel del maestro será determinante para darle al proyecto una dinámica de informalidad por el respeto hacia todas las actitudes de los niños y por el irrestricto respeto hacia su libertad de expresión.
Un esquema general de desarrollo de una sesión de taller podría seguir la secuencia siguiente:
a) Elección de la actividad inicial a desarrollar. El coordinador del taller, el maestro, puede proponer la actividad de entrada, pero es interesante someter esta cuestión a consideración del grupo. La lectura de una semblanza histórica, la narración de un cuento, juegos rítmicos con coplas populares, etc.
b) Los comentarios. La actividad inicial se fragmenta en pasajes, personajes, situaciones que merezcan la participación de los alumnos. El maestro procurará inducir con flexibilidad hacia circunstancias de la vida real, próximas a las vivencias de los niños y buscando vincular el objeto literario con la imaginación, y la imaginación con la vida real. No debe presionarse a los niños para que participen. La atmósfera del taller debe ser cálida, amable, informal.
c) Retroalimentación y planeación. Es conveniente recapitular acerca de las actividades realizadas, destacando los aspectos favorables y los que es necesario mejorar. En este momento puede decidirse el tipo de actividad que se quiere realizar en la siguiente sesión del taller, con el propósito de prever sus requerimientos.
Cuarto paso: La evaluación
En la secuencia metodológica propuesta la evaluación surge lógicamente en cuarto lugar, pero es claro que desde el principio el maestro debe revisar la pertinencia de los recursos y las acciones de cada paso, a medida de que van ocupando su lugar en el proceso de construcción del taller.
Esta consideración cuestiona la viabilidad del taller si no se reúnen las condiciones previas indicadas en la conceptuación, o bien si no se han resuelto las cuestiones instrumentales y operativas indispensables en la etapa de la planeación.
Este paso incluye, por supuesto, la necesidad de introducir los elementos y los cambios en la estructura y funcionamiento del taller, con la perspectiva de convertirlo en un espacio vivo, atractivo y de alto impacto.
La solicitud de los niños, su demanda por la existencia y permanencia de “su” taller, son indicadores infalibles de la evaluación que el maestro debe considerar como prioridad.