Todos los docentes sabemos de la importancia de la motivación para que los aprendizajes sucedan y por tanto, que nuestros intentos por generar ciertas construcciones cognitivas, actitudinales y/o procedimentales no terminen siendo solo un buen plan engrosando el registro de nuestras prácticas. Queremos que en los niños con los que integramos un colectivo educativo se produzcan cambios realmente significativos que, en el área de la Lengua, serán constatables en un desarrollo in crescendo de las competencias necesarias para la comunicación verbal eficiente. Sin embargo, muchas veces incurrimos en el descuido de pensar demasiado y con más dedicación en las actividades a proponer, los objetivos de las mismas, su justificación y los contenidos con los que cumpliremos, que en uno de los componentes sustanciales del aprendizaje: la motivación. Todos y cada uno de los seres humanos aprendemos, es decir, nos apropiamos de unas nuevas informaciones, procedimientos y valores en la medida en que nos sentimos movidos hacia tales apropiaciones y construcciones.
Si bien sabemos que la motivación es un fenómeno que ocurre siempre, en última instancia, a nivel de la persona, del individuo, también es cierto que desde fuera, ciertos estímulos y condiciones logran promover que esto suceda. Los docentes tenemos las posibilidades de incidir en las subjetividades de los alumnos para que se despierte en ellos un genuino movimiento hacia las transformaciones que implica aprender. Recordemos que cuando aprendemos, respecto de alguna cosa, se transforma una particular y conocida manera que teníamos de resolver, explicar, entender o valorar la misma e internalizamos unas nuevas formas, que constituyen lo aprendido.
Tengamos en cuenta que, en el caso de la Lengua, tanto oral como escrita, los alumnos que llegan a nuestras aulas, deberán dar significado a unos nuevos códigos (al menos cada vez más precisos) y apropiarse de las posibilidades que brinda nuestro idioma para resignificar su pensamiento, su mundo, el mundo de los demás y su vida de relación. El niño al aprender a dominar con mayor propiedad su propia lengua -que es el instrumento primordial que lo comunica con los otros- deberá ir constantando que lo nuevo (lo aprendido o a aprender) resuelve de manera más eficiente algún problema o le amplía sus posibilidades de expresión y comunicación. De esta manera sentirá unos deseos reales de poner su cognición, su voluntad y su inteligencia al servicio del aprendizaje.
Cuando alguien no siente deseos, no se le presentan desafíos, disminuye su capacidad de actuar y de interactuar y todo intento de los otros de que se apropie de tal o cual conocimiento será en vano, e incluso, de acuerdo a algunos sicológos, disminuirá su capacidad de proferirse lingüísticamente.
Algunos autores sostienen que la motivación nace de las necesidades no satisfechas del ser humano, un estado de desequilibrio que nos lleva a movernos para restablecer el estado de equilibrio deseado. Llevado esto a la clase de lengua podemos apresurarnos a pensar que nos sentimos motivados a saber o dominar ciertos recursos y posibilidades de la lengua en la medida en que esto nos permite lograr un mayor dominio sobre algunos de los aspectos de la comunicación o de la expresión. Sin desafío no hay motivación, y sin motivación no hay aprendizaje.
En este marco pienso que lo esencial es que toda planificación nuestra, tienda a intervenir necesariamente en potenciar los deseos que muevan a todos los niños a la acción sobre el mundo conocido y el mundo por conocer a razón de que estos estén al servicio de su propia emancipación discursiva y comunicacional. Nuestros alumnos, independientemente del grado que cursen, la edad que tengan o el medio del que provengan, tendrán la certeza de que nuestra propuesta es siempre una de las posibilidades que ellos tienen de ser más competentes. Por esto sostengo que uno de los componentes que debe estar presente en nuestras clases es la verbalización clara, de nuestra parte, de la finalidad de la misma, e incluso, en algunos casos, serán los niños por sí mismos quienes deducirán los objetivos de los aprendizajes pretendidos por nosotros, haciéndolos propios.
La importancia pedagógica y didáctica de la motivación
Bien sabemos que lo que pensamos o suponemos determina lo que hacemos. En este sentido, algunos mitos o creencias existentes en los campos pedagógicos y didácticos, y más aún, en el ambiente escolar, en torno a lo que es y lo que implica la motivación, condicionan la importancia que le otorgamos al pensar nuestras clases y sostenerlas. Es importante que nos ejercitemos en la práctica de dar luz sobre lo que creemos y asumamos en qué medida tales creencias se basan realmente en nuestras propias experiencias docentes o constituyen mitos que poco aportan a la construcción de aprendizajes.
Mitos en torno a la motivación escolar
Existe una serie de mitos o visiones sesgados acerca de lo que es la motivación escolar, lo cual exige de los docentes una postura crítica, a la luz del contexto de su propia práctica educativa.
-
A menudo se ha creído que la motivación escolar es un proceso exclusivamente endógeno e intrapersonal, infravalorándose los factores interpersonales o sociales.
-
Otra de las creencias que han girado en torno al tema es suponer que la disposición favorable para el aprendizaje es inherente a la personalidad del alumno y está determinada por su ambiente familiar o contexto socioeconómico de procedencia. En tal caso, poco tendría para hacer el docente frente a una realidad dada de antemano.
-
Se ha asociado la motivación escolar exclusivamente a los procesos afectivos (me gusta o no me gusta estudiar).
-
En ocasiones se ha sostenido que la motivación es un proceso que se origina al inicio de una actividad o tarea de aprendizaje (una especie de interruptor de luz que una vez encendido permanece así hasta el final), creyéndose que para motivar a los alumnos sólo se requiere trabajar de inicio alguna dinámica o juego grupal que sea atractivo para ellos.
-
Se ha distinguido entre buenos y malos estudiantes, con el argumento de que los buenos alumnos están motivados por el aprendizaje en sí mismo, en tanto los malos estudiantes, por las recompensas externas que puedan obtener.
-
Los docentes no siempre se han sentido responsables de la motivación de sus alumnos.
-
Se ha prejuzgado las capacidades motivacionales de los alumnos con historia de fracaso escolar, con algún tipo de discapacidad, o alguna clase de dificultad emocional, considerándose que es poco probable que se llegue a mejorar su motivación por aprender.
La motivación está estrechamente ligada a los procesos didácticos en general, puesto que los mismos están condicionados por el nivel de motivación de los educandos, habida cuenta de que todo aprendizaje implica contar con una cierta predisposición del que aprende.
La importancia y las implicaciones pedagógicas de la motivación no sólo vienen dadas porque ésta es la condición necesaria para llevar a cabo con todo éxito los procesos didácticos, sino también porque toda práctica pedagógica tiene (o debería tener), como uno de sus propósitos principales, motivar a los alumnos. En algunos casos, la tarea previa del docente ha de estar orientada a diagnosticar los déficits motivacionales de los alumnos, como consecuencia de múltiples y variados factores.
Motivación
De acuerdo al diccionario de Pedagogía, MOTIVACIÓN, significa:
De motivo, y éste del latín motivus (relativo al movimiento). Acción y efecto de motivar. Conjunto de elementos o factores que están activamente presentes, en un momento dado, en la conciencia del ser humano y que configuran la fuerza psíquica y los mecanismos de estímulo que conducen a la acción.
Se trata de los factores internos (necesidad, instinto, aspiraciones) o externos (valor de un objeto o de un logro), que intervienen en la elaboración de una intención, dando motivo, razón adecuada, estímulo suficiente y energía necesaria para inducir a una acción deliberada y voluntaria, encaminada a satisfacer alguna necesidad individual o social. Las motivaciones comprenden móviles conscientes o inconscientes.
Motivar
Originar un impulso o estímulo consciente para inducir a una actitud y orientar un comportamiento en una dirección específica. Dar causa o motivo para algo. Crear móviles dirigidos al logro de metas concretas.
Nuestro rol
La motivación constituye uno de los factores socioeducativos que más influyen en el aprendizaje. A causa de la complejidad de los procesos asociados, ésta no se restringe a la aplicación de una técnica o método de enseñanza en particular, sino que conlleva una complicada interrelación de diversos componentes cognitivos, afectivos, sociales y académicos que tienen que ver tanto con las actuaciones de los alumnos como de sus docentes. De todas formas, es un hecho que la motivación estará presente en todo acto de aprendizaje y en todo procedimiento pedagógico, ya sea de manera explícita o implícita, y sólo podrá interpretarse analizando las incidencias y características propias de los actores y comunidades educativas implicadas.
El logro del aprendizaje significativo está condicionado no sólo por factores de orden intelectual, sino que requiere como condición básica y necesaria una disposición o voluntad para aprender, sin la cual todo tipo de ayuda pedagógica estará condenada al fracaso.
Sin embargo, la condición de estar motivado o no por aprender significativamente no sólo depende de la voluntad de los alumnos. El maestro juega un papel clave en dicha motivación ya que ésta se hace presente en el aula mediante muy diversos aspectos: el lenguaje y los patrones de interacción docente y alumnos, la organización de las actividades académicas, el manejo de los contenidos y tareas, los recursos y apoyos didácticos, las recompensas y la forma de evaluar.
Desde el punto de vista de diversos autores y enfoques relacionados a las perspectivas cognitivas y humanistas, el papel del docente se centrará en inducir motivos en sus alumnos. Tanto alumnos como el docente deben comprender que existe una interdependencia entre: las características y demandas de la tarea escolar, las metas o propósito de tal actividad y el fin que se busca con su realización. Debido a esto, podemos decir que los tres propósitos que se persiguen mediante el manejo de la motivación escolar son:
-
despertar el interés en el alumno y dirigir su atención;
-
estimular el deseo de aprender que conduce al esfuerzo y la constancia;
-
dirigir estos intereses y esfuerzos hacia el logro de fines apropiados y la realización de propósitos definidos.
Motivación intrínseca y extrínseca
En este campo, la MOTIVACIÓN INTRÍNSECA se ha definido como una tendencia natural de procurar los intereses personales y ejercer las capacidades propias, y al hacerlo, buscar y conquistar desafíos, por lo que el individuo no necesita de castigos ni incentivos para trabajar porque la actividad le resulta recompensante por sí misma.
La MOTIVACIÓN EXTRÍNSECA, se relaciona con el interés que nos despierta el beneficio o recompensa externa que vamos a lograr al realizar una actividad (calificación aprobatoria, obtener dinero, evitar la reprimenda de los padres, etc.)
Una de las críticas que se puede hacer a la cultura escolar de la evaluación, es justamente que privilegia los modelos conductistas de manipulación del comportamiento mediante sistemas de recompensas y castigos. Esto fomenta una motivación extrínseca en relación al estudio y un comportamiento heterónomo respecto a la disciplina escolar (los alumnos actúan por temor a la sanción).
Lo ideal sería que el alumno guiara sus acciones por una motivación intrínseca, pero no siempre es así. En gran medida tiene peso el temor de reprobar o la búsqueda de aceptación personal adquirido en las prácticas pedagógicas que ha fomentado la escuela.
En el comportamiento de los alumnos coexisten motivos intrínsecos y extrínsecos aún cuando unos puedan predominar en función de la persona o las circunstancias.
Motivaciones intrínsecas
Internas al alumno
-
Orientadas a la tarea (saber más, ser autónomo, amor al arte)
-
Definidas por la autovaloración del yo (logro personal, miedo al fracaso)
Externas al alumno
-
Búsqueda de valoración social (aprobación, afecto, elogios, evitar el rechazo o la desaprobación)
-
Interés por obtener recompensas (premios, evitar castigos o pérdidas)
Alumnos desesperanzados
Dentro de los estudios realizados sobre el tema, es interesante destacar las propuestas extendidas en el ambiente educativo durante las décadas del setenta y del ochenta. En los setenta, algunos autores sostenían que cuando las personas llegan a creer que los eventos y resultados de su vida son en su mayoría incontrolables, carecen de confianza en sí mismos y desarrollan un fenómeno denominado desesperanza sostenida, que en entornos escolares se ha logrado identificar en edades tan tempranas como los 8 o 9 años de edad. Esta consiste en una sensación experimentada por los alumnos que sin importar lo que hagan ya están condenados al fracaso. En la desesperanza aprendida es posible identificar un patrón motivacional negativo caracterizado por un fuerte sentimiento de indefensión, patrón que se establece a partir de grados intermedios de la educación básica. Estos alumnos tienden a creer que sus propias dificultades son rasgos de fracaso indicativos de su escala de habilidad, e insuperables.
Sumado a ello, otro aporte interesante a considerar es el desarrollado durante la década de los ochenta conocido como teoría de la atribución. De acuerdo a la misma, las personas no sólo responden a situaciones externas o condiciones físicas, también lo hacen a sus percepciones o representaciones mentales de tales situaciones. De esta forma, la teoría de la atribución, describe de qué manera las representaciones, justificaciones y excusas de los individuos influyen en su motivación, explicando para sí los resultados que obtienen en la escuela.
En este sentido nuestro rol será fundamental en tanto reforzaremos, con nuestras actitudes, nuestras decisiones y nuestras formas de relacionarnos, la condena al fracaso de algunos chicos o daremos por tierra ese supuesto -patrón- sustituyéndolo por unas convicciones firmes de que todos cuentan con posibilidades reales de lograr aprendizajes potentes en el área, es decir, tendientes a la comunicación humana por medio de la lengua.
Tener motivos para aprender lengua
Los educadores a menudo consideran que la motivación por el aprendizaje es un especie de interruptor que se enciende al inicio de la actividad de aprendizaje, y que una vez activada (gracias al empleo de una dinámica de grupo, un acertijo o una serie de preguntas inductoras), continúa automáticamente encendida hasta el final. Desde la perspectiva constructivista, en contraposición a lo anterior, se cree que la motivación no se activa de manera automática ni es privativa del inicio de la actividad, sino que abarca todo el episodio de enseñanza-aprendizaje, y que el alumno así como el docente deben realizar deliberadamente acciones (antes, durante y después) para que persista y se incremente. Razón por la cual, el manejo de la motivación debe estar presente en todos los elementos de la enseñanza.
El manejo deliberado de la motivación en el aula demanda ciertas estrategias de apoyo, que permiten al alumno mantener un estado propicio para el aprendizaje; tendientes éstas a optimizar la concentración reducir la ansiedad, dirigir la atención y organizar las actividades y el tiempo.
¿Por qué los niños desearían saber respecto de la lengua?
Básicamente porque los dominios lingüísticos los habilitan a la comunicación, es decir a comprender a los demás, dar significado al mundo, relacionarse eficientemente con los otros, elaborar pensamiento, expresar su subjetividad y hacerse comprender. Todos elementos fundamentales que definirán su ser y estar en el mundo. Pero para que sientan esto es necesario que el contexto en el que los intercambios lingüísticos se producen den cuenta de ello, es decir, los convenzan de que es así.
De nada vale que el niño elabore discurso respecto de determinado asunto (por ejemplo un episodio de su vida cotidiana, un relato) si luego el medio le devolverá ignorancia, desvalorización o incomprensión. Nuestra mediación es fundamental en tal sentido, no para cambiar lo que tienen para decir sino para proveerles herramientas que les permitan decir con mayor precisión -con fines comunicacionales- lo que desea y necesita.
De la misma forma, poco importará aprender a leer en forma autónoma si los mensajes significados no aportan algo a su vida en cuanto información necesaria para comprender o explicar su mundo o el de los otros, apropiación de algún aspecto de la realidad, establecer vínculos, llevada a cabo de alguna tarea que le brinde satisfacción, puesta en acción de sus posibilidades reales y potenciales de actuar en el mundo.
La clase motivadora
Si bien es cierto que en algunos factores motivacionales, como los familiares, el docente no siempre podrá intervenir, sí hay una serie de factores concretos y modificables tales como: el nivel de involucramiento de los alumnos en la tarea, el tono afectivo de la situación, los sentimientos de éxito o interés, las sensaciones de influencia y afiliación al grupo.
Ejemplo: lectura inicial
La historia redonda
Supongamos que proponemos una actividad de lectura en un grupo de chicos de primer año con el fin de que todos ellos pongan al servicio de la comprensión del texto escrito sus propias estrategias y avancen en la construcción de significados respecto al código escrito. Elegimos el texto, considerando que estamos desarrollando un núcleo temático relacionado con el lema Año Internacional de la Cooperación en la Esfera del agua. Nuestro fin, desde el marco del área del Conocimiento en Lenguas, tendrá que ver con el desarrollo de competencias comunicacionales y lingüísticas. Una vez definidos los objetivos, los recursos y los contenidos a tratar, nos resta pensar en la siguiente cuestión: ¿cómo lograremos que todos los niños se sientan motivados a dar significado a ese producto de la comunicación escrita?
Esta actividad consistirá en presentar a los alumnos un poema con el objetivo -explícito- de que descubran de quiénes se está hablando en el texto. La idea se basa en una de las características propias del ser humano, y más aún de los pequeños: la curiosidad. Los niños se sienten motivados ante la idea de tener que descubrir alguna cosa a partir de pistas y de sus conocimientos más mediatos.
La propuesta en este caso sería leer para descubrir los personajes de la historia que presenta el poema. El motivo entonces será, comprender lo que dice el texto para completar su significado.
Dependiendo del grado en el que llevemos a cabo la actividad, serán las consignas que propondremos a los niños.
Tendremos en cuenta las premisas abordadas en el presente artículo respecto al lugar que le otorgaremos a la motivación en nuestro plan didáctico, expresadas a continuación en el cuadro.
Estrategias |
|
Activar la curiosidad y el interés del alumno |
Generaremos intriga respecto a los personajes explicando con claridad el objetivo de la actividad. Recordemos que es necesario mantener la motivación de los niños a lo largo de toda la actividad para lograr aprendizajes potentes. |
Mostrar la relevancia del contenido o la tarea |
Dejaremos en claro a los niños que elegimos esta actividad y este recurso (el poema) porque entendemos que brinda posibilidades para avanzar en su proceso de adquisición de la lectura. Haremos notar asimismo cada avance en la construcción del significado (vieron, ya sabemos que no se trata de un hada porque dice que es redonda, ni de un ave porque recorre campos y rocas) |
Dar el máximo posible de opciones de actuación |
Manejaremos todas las opciones propuestas por los alumnos y las cuestionaremos basándonos en elementos que nos brinde el propio texto para que ellos perciban la pertinencia de lo interpretado con lo dicho y la necesaria relación entre las informaciones de un texto escrito para que tenga coherencia. |
Organizar tareas que promuevan el aprendizaje cooperativo |
Promoveremos la participación de todos en la construcción del significado atendiendo especialmente las razones por las cuales algunos de los alumnos no expresen sus ideas sobre la premisa que: todos pensamos en algo cuando oímos (o leemos) tal o cual cosa. Somos nosotros quienes dirigiremos la indagación al texto mediante preguntas que activen la curiosidad de los niños y su capacidad de realizar inferencias. |
Ampliar el tipo de procedimiento de evaluación y calificación |
Es importante que los alumnos perciban que durante todo el proceso de aprendizaje estamos valorando nuestros avances y los obstáculos que pudieran presentarse para que aprendan a identificar aspectos que desean saber para superar tales obstáculos de futuro. De esta manera la evaluación comienza a convertirse en una práctica corriente de corte metacognitiva que en lugar de sancionar, castigar o premiar, potencia la generación de motivaciones genuinas frente al conocimiento. |
Elaborar un programa escolar flexible |
En este sentido, los contenidos que el programa prescribe estarán al servicio de la construcción y desarrollo de competencias comunicativas y no al contrario. Asimismo, el texto elegido no será más que un recurso al servicio de la construcción de estrategias personales por parte de cada niño para ir logrando cada vez mayor competencia en el uso de su lengua materna. |
Establecer expectativas altas para todos los alumnos y explicitarlas |
En todo momento debe vivenciarse la convicción de que todos podrán construir significados a partir del texto, independiente del dominio que unos ya hubieran alcanzado en cuanto a la lectura autónoma de textos. Debemos tener especial cuidado en no sobrevalorar unas formas de atribuir significado respecto de otras: el niño que lee solo, sin ninguna dificultad y comprende lo que decodifica, no necesariamente construye un significado más acabado que otros que no reconocen aún la relación grafema- fonema. Nos importa que hagan uso de las estrategias que posean para dar significado a un texto, que indaguen, que imaginen, que relacionen información (todos procesos necesarios para leer) |
Objetivos
-
Generar instancias de construcción colectiva de significados de un texto escrito.
-
Promover la utilización y el desarrollo de estrategias al servicio de la comprensión.
-
Despertar y mantener el interés de todos los niños respecto a la indagación de un texto escrito.
-
Facilitar una situación de valoración de la lectura como posibilidad de acceso a información y de dar significado a los mensajes escritos.
Contenidos programáticos posibles
-
El texto como unidad de significado (3 años)
-
Las inferencias textuales (4 años)
-
El tema global del texto (en el programa se limita a cuento) (4 años)
-
La oralización de la lectura (1er año)
-
La lectura expresiva de textos literarios ( 1er año)
-
Las inferencias textuales de la información explícita (2do año)
Desarrollo
Presentaremos la actividad explicando que para saber acerca de un personaje muy particular que todos conocemos pero que a veces no le prestamos mucha atención, leeremos un texto y buscaremos en él las pistas que nos permitan saber de quién se trata.
Ya los niños, antes del encuentro con el texto, podrán hacer algunas primeras anticipaciones, a partir de los datos que les dimos (todos lo conocemos/ a veces no le prestamos atención).
Luego presentaremos el texto (sin los últimos versos) e iremos leyendo por grupos de versos (que constituyan enunciados) siempre dirigiendo la atención de los alumnos hacia las pistas que el texto nos provee.
Aún cuando alguno de ellos descubriera que se trata de la gota de agua, lo cuestionaremos y pediremos argumentos de tal afirmación, continuando el suspenso hasta el final.
Es interesante que los niños cuenten con un ejemplar impreso del texto para que vayan visualizando las palabras y reconociendo algunas de ellas (en caso de que aún no lean en forma autónoma).
Texto propuesto
La historia redonda
Esta es una historia
redonda redonda.
Había una vez una.... pequeñita
que viajaba con prisapor campos y por rocas
buscando a sus hermanasque eran como ella:
pequeñas y redondas.
Primero encontró a una y luego a otra y otra...
Cada vez que se encontraban se iban sintiendoun poco más poderosas.
La pequeñita crecía mientras seguía su viajede la mano de las otras.
Un día miró para todos lados y era tan fuerte y grandiosa
que no lograba saber dónde empezaba y donde terminaba
su bella historia redonda.
Ahora era un inmenso mar
aquella que un día fue gota.